Con las inundaciones, que pueda causar el fenómeno del Niño en Chincha, se alzan voces de ribereños, agricultores y políticos locales, entre otros actores del río, argumentando que existe falta de “limpieza” de los ríos.
Sin embargo, también son muchas las voces que desde diferentes ámbitos (técnico, científico, y de manera más incipiente social y de opinión pública) se alzan en sentido contrario: reconociendo humildemente nuestra incapacidad humana para intervenir de manera efectiva sobre la dinámica natural más poderosa del continente.
Las “limpiezas de los ríos“ que se exigen, conllevan la entrada de maquinaria pesada para la extracción de los sedimentos acumulados, bien para recolocarlos en los márgenes -en el mejor de los casos- o bien para su retirada y gestión totalmente externa al cauce y a la llanura de inundación. Una de las actuaciones más extendidas en las “limpiezas de ríos” son los dragados, que constituyen un impacto de máxima gravedad contra la geomorfología del río afectando negativamente a todo el ecosistema fluvial. Pueden resultar peligrosos por la erosión re montante y el desequilibrio en la dinámica fluvial natural que pueden provocar. Los dragados han sido totalmente descartados en países como Estados Unidos, Reino Unido y Holanda.
El concepto de “limpieza de ríos”, muy arraigado en nuestra sociedad antropocéntrica y tecnificada, es erróneo por varias razones. En primer lugar porque los ríos se limpian solos, pues tienen la capacidad con las crecidas de eliminar la vegetación no adaptada y regenerar la que el río necesita. El sistema fluvial diseña su propia morfología,transportando agua, sedimentos, nutrientes y elementos vegetales. Solo él es capaz de albergar secuencialmente cualquier crecida fluvial, disminuyendo la velocidad del agua y favoreciendo que ésta se infiltre y recargue los acuíferos. Conceptualmente la limpie- za de cauces debería convertirse en mantenimiento y conservación de cauces, con una finalidad de mejora hidráulica y ambiental. Las crecidas e inundaciones fluviales ni pueden ni deben evitarse, son imprescindibles para el buen funcionamiento del río y para su buen estado ecológico y aportan nu-merosos y valiosos beneficios a las personas. El río no se desborda, simplemente ocupa tem-poralmente parte de su espacio. Se debe notificar urgentemente bajo responsabilidad de los señores alcaldes para que las personas que habitan las riberas de los ríos evacuen el lugar. Los daños por inundaciones se deben a la exposición y a la vulnerabilidad de personas y bienes económicos, exposición y vulnerabilidad que han crecido ex potencialmente y de forma generalizada en las últimas décadas en los ríos debido a una mala ordenación territorial y planificación urbanística.
No se debe admitir ninguna actuación de emergencia en los cauces sin un estudio previo y una evaluación de impacto seria. En gran parte de las cuencas fluviales no se han realizado hasta la fecha batimetrías, vuelos LIDAR, ni estudios morfo dinámicos que confirmen supuestas elevaciones del cauce o elementos de diagnosis que permitan justificar actuaciones asociadas a las llamadas limpiezas de cauce y dragados.
Como repito la reunión de esta plataforma será el lunes 24 en Chincha.