El sueño duró poco. Cuando todos pensaban que Chincha empezaba a hacerse sentir en Nuevo Ayacucho, un grupo de personas, entre las que está el alcalde delegado de Cañete, vuelve a hacer retroceder a la población chinchana.
Con patadas y puñetes los propietarios del terreno donde estaba instalado el local comunal fueron despojados por matones, que sin compasión los maltrataron hasta la llegada de policías que auxiliaron a los heridos hacia el hospital de Cañete.
Los esposos Juan Samuel Marca Rodríguez y Antonia Flores Yauri llegaron al poblado para ocupar su lote en la Mz A Lt 06. Ellos habían permanecido por algunos días en lo que quedaba de la vivienda, pues semanas atrás un grupo encabezado por Joaquín Ayala Callañaupa tomó por la fuerza este predio que comprendía una extensión para que los chinchanos puedan llevar sus reuniones.
En este brutal ingreso quemaron las pertenencias de la gente de la Asociación de Nuevo Ayacucho.
Después de estar allí y tratar de reconstruir su vivienda -afectada por cañetanos- un grupo de personas, entre las que logran reconocer a Ayala Callañaupa y Honorato Espinoza, comenzó a intimidarlos con agresiones verbales.
Después todos estos invasores no solo irrumpieron la tranquilidad de esta familia, sino que además los maltrataron al irse contra sus cuatro integrantes que no pudieron defenderse debido a la superioridad numérica de los agresores.
La primera en caer al suelo fue Antonia Flores. Ella era agredida por el alcalde delegado de Cañete, Joaquín Ayala, quien junto a otras personas logró hacer retroceder a esta familia que por fortuna fue auxiliada por la policía cañetana, que intervino para detener la paliza que estaban recibiendo los chinchanos solo por defender su terreno, por el que han tenido que pagar con dolor y lágrimas a la espera de que las autoridades pongan fin al problema limítrofe.
Los agredidos fueron llevados al hospital de Cañete donde los atendieron. Con mayores daños ha resultado Flores Yauri, que al seguir presentando molestias por los golpes acudió al hospital San José de Chincha, donde tuvo que esperar en Emergencia para ser atendida, ya que ella tenía que ser apoyada por su esposo Juan Rodríguez por tener dificultades para caminar.
Después de la agresión la incertidumbre sigue. Tras este terrible hecho, en la zona de conflicto las entidades complican la formalización de la denuncia.
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